Me pasó la primer noche que anunció lo cercano que teníamos la llegada del otoño y al otro día por la mañana.
Suelo ver la vida, la calle, la gente, las situaciones como si fuera un espectador, no por baja-autoestima, sino porque se presenta así, soy colgada, suelo vivirla de ese modo. Nada como para alarmarse.
Pero cuando caigo un poco a la realidad logro ponerme en mis zapatos y ser "protagonista" (que término tan rosa y maraca) me siento libre, independiente, contenta.
Esto solo me pasa cuando el aire fresco me pega en la cara, sobre todo, cuando llega el invierno.
Muy loco, nada que ver.
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